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Pocas certezas hay sobre la evolución de la inflación en 2023, más allá de que se espera una leve moderación respecto a la registrada el pasado año. Los alimentos elaborados serán uno de los componentes del IPC que mantengan las tasas más elevadas, de manera que la inflación subyacente posiblemente registre un lento descenso, aunque no es previsible que baje del 4% en todo el ejercicio. A pesar de que el IPC general puede bajar hasta el verano, el repunte que indican los futuros en los precios del gas para la segunda mitad del año podría presionar al alza la inflación en ese período.

En 2023 el crecimiento se mantendrá pero de forma mucho más moderada que durante el pasado año. María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas, expone algunas de las claves económicas del ejercicio que ahora comienza: la evolución de los precios energéticos, que previsiblemente sufrirán un repunte tras la relajación de los últimos meses; las sendas de la inflación y de los tipos de interés y su corolario, la pérdida de poder adquisitivo; el comportamiento del empleo; y, finalmente, la política monetaria del BCE y sus efectos sobre los mercados financieros.

El paquete fiscal aprobado por el gobierno para afrontar los efectos de la crisis energética, cuya vigencia termina a finales de año, incluye una rebaja generalizada de 20 céntimos por litro de carburante para todos los consumidores. María José Moral, de Funcas, explica que esta medida ha recibido varias críticas, por su carácter contrario a la transición energética pero también porque resulta regresivo en términos de distribución de renta. Las ayudas, si se prorrogan, deberían modularse atendiendo a una serie de criterios y tener un carácter temporal.

El comportamiento del empleo en el período pospandemia ha sido muy favorable, máxime teniendo en cuenta todos los factores de incertidumbre que pesan sobre la economía. Las cifras de empleo superan las previas al COVID-19, incluso descontando el presumible afloramiento de empleo sumergido. Al mismo tiempo, hay escasez de mano de obra en numerosos sectores. España no es, en este sentido, un caso único, puesto que la eurozona registra tasas de paro en mínimos históricos, pero en nuestro país el crecimiento del empleo aparece ligeramente desligado de la evolución del PIB, que aún presenta una recuperación incompleta. Al mismo tiempo, el positivo progreso del empleo no ha impedido que la crisis energética haya impactado en la capacidad adquisitiva de los hogares a través de la inflación.

Tras años de descenso —coincidiendo con la recuperación posterior a la Gran Recesión— la desigualdad volvió a crecer en España en 2020 como consecuencia de la crisis provocada por la pandemia. Como explica Eduardo Bandrés, de Funcas, el aumento de la desigualdad se vio atenuado por los mecanismos de protección social y redistribución del Estado, que aumentó en 31.000 millones de euros en prestaciones monetarias; aún con este esfuerzo, los estratos inferiores de renta —especialmente el primer decil, nada menos que 4,5 millones de ciudadanos con ingresos inferiores a 350 euros al mes por persona— vieron crecer la brecha respecto al resto de la población, lo que plantea la necesidad de ampliar y mejorar las políticas redistributivas. 

¿Cuál será la evolución del mercado de criptoactivos tras la rápida caída de su capitalización de mercado? Francisco Rodríguez, de Funcas, reflexiona sobre la transformación que ya están experimentando algunos de estos activos y el potencial de su tecnología, que es capaz de reducir los costes de consumidores y entidades, así como sobre la improbable sustitución de estas por las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC), cuyas posibles funciones parecen más restringidas.

Un pacto de rentas supone poner de acuerdo a distintos sectores con diferentes intereses y enfrentados a situaciones heterogéneas, un objetivo complicado pero necesario si se quiere contener la inflación y limitar la caída de la competitividad del aparato productivo. De momento, el aumento de los salarios se sitúa muy por debajo del incremento de precios, pero al mismo tiempo hay sectores empresariales que aún no han recuperado los niveles de márgenes previos a la pandemia. Raymond Torres, de Funcas, explica cómo se lograron acuerdos similares tanto en Europa como, en dos ocasiones, en España.

Los bancos centrales no tuvieron una reacción inmediata ante las primeras señales de inflación, pero han acelerado la toma de decisiones de política monetaria en un proceso que busca convencer a familias y empresas de que los precios no irán a más. Aunque la Reserva Federal ha ido por delante en 2022, es posible que el BCE tome a partir de ahora el relevo en el endurecimiento monetario, aunque en su caso deberá vigilar de cerca los efectos del mismo sobre la deuda soberana. Por otro lado, es previsible que el consiguiente encarecimiento del crédito se vea acompañado de un incremento de la remuneración para el ahorro bancario.

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