Economía y sociedad
Fecha: junio 2023
Panorama Social, N.º 37 (junio 2023)
Sumario
Este artículo pone de relieve el interés de la sociología, desde sus inicios como disciplina, por el estudio de la vida económica. Lo hace centrando la atención en las aportaciones de figuras centrales del pensamiento social (Marx, Durkheim, Weber, Polanyi y Granovetter) a la comprensión de la estructuración y el funcionamiento real de los mercados, del comportamiento complejo de los actores económicos individuales y de las dependencias mutuas e influencias recíprocas entre las esferas de la sociedad y la economía. En definitiva, las perspectivas sociológicas sobre la economía ayudan a entender mejor cuestiones importantes de la economía y pueden complementar los análisis de las ciencias económicas.
Aunque los orígenes de la historia del pensamiento económico se encuentran hace muchos siglos, es en el XX cuando se desarrolló un debate fundamental que ha llegado hasta nuestros días: ¿qué papel desempeñan el libre mercado y el Estado en el buen gobierno de la economía? Este “debate del siglo”, encarnado en los economistas Friedrich Hayek y John M. Keynes, se traza aquí en sus líneas principales, planteando la necesidad de superarlo desde una postura que reconozca las fortalezas complementarias del mercado y el Estado, y la necesidad de ambos para afrontar eficazmente los desafíos actuales de la sociedad global.
Históricamente el cambio técnico, en especial cuando es acelerado y versátil, como ocurre con la Revolución Digital, ha causado, a la vez, fascinación y temor. En este artículo se repasan las causas de ese temor en relación con sus efectos sobre la cantidad y calidad del empleo y sobre la desigualdad. El empleo es un factor clave de la organización social, mientras que la desigualdad, producto de diversos factores, entre los que destaca el empleo, es una variable fundamental para describir cualquier sociedad. Como se verá, en el pasado la sociedad ha desplegado mecanismos para evitar los efectos negativos del cambio técnico sobre el empleo, haciendo compatible la sustitución de mano de obra por maquinaria con el aumento del empleo y la mejora de la calidad de vida. Pero está por ver si tales ajustes, que están lejos de poder considerarse automáticos, funcionarán en el futuro cercano.
Gran parte de los estudios sobre la desigualdad social centran la atención en las diferencias de renta monetaria disponible entre distintos grupos sociales. Sin embargo, esta renta no es el único determinante de la calidad de vida de la población. Un examen más riguroso de la desigualdad social exige considerar otros recursos de cuyo acceso depende el bienestar individual y social, entre ellos la vivienda y los servicios públicos de tipo social, como la sanidad y la educación. Si bien en términos comparativos España presenta índices de desigualdad de renta disponible por encima de la mayor parte de los países de Europa continental, cuando se toma en consideración la renta imputada de la vivienda y la renta ampliada (que incluye servicios públicos en especie) se reduce la desigualdad en mayor proporción que en gran parte de los europeos.
En este artículo se estudia la capacidad de las empresas españolas para competir considerando tres dimensiones esenciales: el impulso innovador, la productividad y el tamaño. También se analiza la distribución del valor añadido generado de 2000 a 2019 por las empresas mercantiles no financieras entre rentas laborales y no laborales. Se encuentra una limitada innovación tecnológica, organizativa y de gestión de los recursos humanos en la mayoría de las empresas, lo que repercute en la productividad empresarial. Además, el reparto de la riqueza generada ha beneficiado a accionistas y empresarios que han visto aumentada su cuota de rentas no laborales frente a los trabajadores.
Recientemente se ha advertido sobre la escasez de mano de obra en España, una cuestión bastante novedosa para un mercado de trabajo en el que los problemas tradicionales han venido dados por la escasez de empleo y por niveles elevados de paro. El artículo repasa los datos disponibles, presenta la evolución a largo plazo de vacantes y desempleo, y plantea la necesidad de que las políticas activas de empleo, que han sido objeto de innumerables críticas durante muchos años, pasen a considerarse prioritarias para conseguir mejorar la eficiencia del mercado de trabajo.
La capacidad de tomar decisiones financieras acertadas a lo largo de la vida no es innata. Precisa aprendizajes que instituciones públicas y privadas se encargan de promover en forma de planes, programas y acciones de educación financiera para la sociedad. Aumentar la cultura financiera constituye hoy día un ideal normativo global por los beneficios que puede reportar a los hogares y al funcionamiento de los sistemas financieros (y de las economías, en general). Ahora bien, mientras entre los expertos prevalece el consenso sobre los insuficientes conocimientos financieros en las sociedades contemporáneas, permanece abierto el debate sobre la eficacia de la educación financiera, tal como se ha planteado hasta ahora, y se avanzan otras propuestas para mejorar los comportamientos financieros de los hogares, como las que se inscriben en el campo de las finanzas conductuales.
Este artículo analiza la evolución de la percepción social de la economía en España en el periodo 2000 a 2023 y estudia sus determinantes. Pone de relieve el impacto permanente de la crisis financiera de 2008 en la opinión pública sobre la economía, del que aún no se ha recuperado. Además, encuentra que, mientras que durante las crisis las variables sociodemográficas apenas contribuyen a explicar la valoración de la situación económica, es en periodos de expansión cuando se encuentran mayores diferencias en función del sexo o la situación laboral. Por último, apunta a la relevancia de la ocupación en el sector público, frente al privado, en la valoración de la economía.
La valoración de la situación económica influye significativamente sobre el voto. Incluso en contextos polarizados que refuerzan las lealtades partidistas y los sesgos cognitivos, la economía destaca como factor explicativo del comportamiento electoral. A su vez, para explicar la percepción de la situación económica es necesario atender a las actitudes políticas de los individuos. La dirección de la relación entre ambas variables es compleja y abre un amplio debate. Vale, pues, aquel lema que se popularizó tras la campaña a las elecciones presidenciales de Bill Clinton en 1992: “¡Es la economía, estúpido!” Ahora bien, no cabe olvidar que lo económico es político.