Digitalización e inteligencia artificial: oportunidades y desafíos sociales
Fecha: junio 2024
Panorama Social, N.º 39 (junio 2024)
Sumario
Este artículo indaga en aspectos fundamentales del conocimiento y uso sociales de la inteligencia artificial en España, y expone asimismo datos sobre la confianza hacia esta tecnología, el alcance de sus implicaciones y la regulación que se considera más apropiada. Se utilizan para ello datos de una encuesta online realizada por Funcas a finales de 2023 a una muestra de 1.000 personas entre 25 y 64 años. Los resultados destacan que el conocimiento y uso de la inteligencia artificial en España es aún limitado, pero más frecuente, al igual que las actitudes positivas, entre los hombres jóvenes. En todos los grupos de edad, sexo, nivel educativo, conocimiento y uso de la inteligencia artificial analizados se observa una preferencia mayoritaria por una regulación de la IA más orientada al control de los riesgos que al fomento del desarrollo competitivo de esta tecnología.
El presente artículo evalúa críticamente la noción monolítica de la inteligencia artificial (IA) y su rol en la transición de la sociedad de la información a la sociedad digital. Se analizan las principales dimensiones que atraviesan estas tecnologías, como el mercado de la información (datos), la interpretación de la cognición y la inteligencia aplicada a la toma de decisiones (software), las estructuras materiales invisibilizadas (hardware y centros de datos) y el poder y la agencia que intervienen en su consolidación (trabajo humano). Los principales hallazgos incluyen la redefinición de los modelos de automatización como sistemas sociotécnicos de alta dependencia, destacando los componentes sociales en su conformación y el papel del ser humano para desafiar la ilusión de autonomía.
Existe abundante evidencia empírica que respalda el aumento de la desigualdad en muchos países desarrollados en las últimas décadas. Nuestro artículo sostiene que este incremento en la desigualdad salarial, atribuible principalmente a una mayor disparidad salarial entre empresas, podría estar vinculado a la dinámica de la economía digital y al fenómeno del winner-takes-all que a menudo caracteriza la competencia entre plataformas digitales. Esto explica por qué la estructura de mercado tiende a ser muy desigual, con grandes empresas dominantes. Además, exploramos cómo los conflictos redistributivos están relacionados con los procesos de externalización y la creciente presencia de la gig economy.
Este artículo analiza el consumo de pantallas de los jóvenes de 15 años utilizando los datos españoles de PISA 2022. Se examina el tiempo dedicado a redes sociales, videojuegos y otros usos educativos o informativos de Internet. Sorprendentemente, existen pocas diferencias entre países y dentro de España por sexo o nivel educativo de los padres en cuanto al consumo de pantallas. Entre el 30-50 por ciento de los menores no presentan una alta exposición, mientras que el 25-30 por ciento tienen una exposición muy alta. Encontramos que consumir más de una hora perjudica el aprendizaje, igualando a la baja a estudiantes de diferentes orígenes sociales.
Este artículo expone las principales conclusiones sobre el potencial del aprendizaje asistido por ordenador en la educación no universitaria. Del análisis de las investigaciones ya realizadas se desprende que una implementación cuidadosa y contextualizada de las herramientas tecnológicas que proporcione enseñanzas personalizadas y retroalimentación instantánea puede resultar muy efectiva para el aprendizaje de los estudiantes de materias tales como las matemáticas y la lengua. En esa dirección apunta la mayoría de los estudios sobre la efectividad de los programas de aprendizaje asistido por ordenador, si bien la evaluación del impacto de estos programas afronta dificultades y retos que obligan a dedicar más esfuerzos de investigación para alcanzar conclusiones más sólidas y generalizables.
Este artículo examina las brechas de género en la percepción de competencias, con especial atención a los campos científico-tecnológico y digital. Desde una perspectiva psicosocial se presentan diferentes investigaciones que explican por qué las chicas son menos propensas a elegir estudios en ciencia y tecnología. También se discuten las implicaciones científicas y prácticas para las decisiones de carrera y el futuro académico y profesional de los jóvenes. Además, se destaca el papel crucial que juegan las familias y las personas del entorno social más cercano en la formación de la percepción de competencias.
En el contexto actual, asistimos a un desorden informativo que genera incertidumbre en todos los terrenos. La desinformación supone el polo opuesto del buen hacer periodístico, del rigor, del contraste de fuentes y de la fundamentación en los contenidos noticiosos. El gran despliegue de redes sociales y las posibilidades de que la ciudadanía pueda emitir contenidos, sin poseer el criterio que otorgan las pautas de cómo elaborar información de calidad, deriva en un fenómeno preocupante, al que con frecuencia se denomina ”infodemia”. Como solución a este problema de escala global, se propone la alfabetización mediática, que implica dotar a las personas de las habilidades necesarias para saber analizar los mensajes y las intenciones que pueden esconderse tras las fuentes.
Mientras que los defensores de las tecnologías biométricas alaban sus beneficios para la identificación, la seguridad nacional y la provisión de servicios públicos, las voces más críticas alertan sobre sus riesgos para la privacidad y las libertades civiles. El creciente uso de estas herramientas por parte de los gobiernos e instituciones públicas genera un debate controvertido, anclado especialmente en el carácter altamente sensible de la información biométrica. ¿Qué abarcan exactamente estas tecnologías? ¿Qué datos generan y qué riesgos plantean para nuestras sociedades? Este artículo examina estas cuestiones clave para seguir avanzando el debate acerca de la implementación y el control de los sistemas biométricos.
Este trabajo explora el avance de las ciencias sociales mediante la integración del conocimiento de las ciencias naturales y de la salud, impulsado por la disponibilidad de nuevas tecnologías y fuentes de datos. Tres ejemplos clave ilustran cómo la investigación con biomarcadores ha enriquecido la agenda de los científicos sociales. Primero, la bioarqueología revela que los patrones de estratificación social son tan antiguos como la organización social misma. Segundo, la neurología y las técnicas neurocientíficas alertan sobre los efectos de la pobreza en el metabolismo y el comportamiento individuales. Tercero, la sociogenómica analiza el comportamiento social. El artículo concluye con una reflexión sobre las grandes infraestructuras que han facilitado estos avances y la muy modesta contribución que España ha hecho a ellos.