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El poder adquisitivo de los españoles está evolucionando de manera muy heterogénea. Factores como la obtención de un empleo, la posesión (o no) de una vivienda, la percepción de un determinado tipo de rentas o el efecto de los impuestos dan como resultado colectivos mejor y peor parados, algunos con mejoras muy superiores a la inflación y otros con pérdidas netas. De cara a 2026, la moderación del mercado laboral y la persistencia de la inflación tendrán un papel relevante en el progreso de la renta disponible per cápita, una de las grandes preocupaciones de la ciudadanía europea.

La dispar evolución del poder adquisitivo

La economía española crecerá un 2,9% en 2025 y un 1,9% en 2026. Las cifras superan las anteriores previsiones por la revisión al alza del crecimiento registrado por el INE y también por el mayor crecimiento esperado en el IIIT de 2025. El freno del sector turístico anotado en 2025 se intensificará el año que viene. Este factor, junto con la debilidad de la inversión y la previsible ausencia de impulso por parte de la economía de la eurozona serán la causa de la ralentización en 2026, como explica María Jesús Fernández, de Funcas.


Previsiones: más crecimiento en 2025 y ralentización el año que viene

Al tiempo que se ralentiza el sector turístico –clave en el crecimiento de la economía española en los últimos años–, se registra un aumento de la aportación al PIB de la construcción. Sin embargo, los datos apuntan a que este sector no sustituirá plenamente al turístico como motor de la economía ya que, probablemente, su impulso se frenará en los próximos trimestres. Y dado que no se vislumbran palancas de crecimiento alternativas –ni una recuperación clara de la inversión, ni el protagonismo de los últimos años del gasto público, ni una inmediata reactivación europea– se espera un próximo enfriamiento económico que, incluso, podría intensificarse en 2026.


¿Sustituye la construcción al turismo como motor de crecimiento?

La escalada que supone la entrada de EE. UU, en la guerra entre Irán e Israel supone un golpe para la economía mundial y, por supuesto, para la española. Los efectos más evidentes se pueden dar en la inflación, por la subida de los precios los carburantes y también del gas —que en nuestro país se emplea en una parte significativa de la producción de electricidad—, así como en el crecimiento, por la caída del consumo de los hogares. También los bancos centrales pueden pausar la senda de reducción de los tipos de interés a la espera de un entorno geopolítico de menor tensión. Raymond Torres, de Funcas, señala que el precio del petróleo podría llegar hasta los 150 euros por barril en el hipotético, aunque en este momento no tan probable, escenario de cierre del estrecho de Ormuz.

Consecuencias y riesgos económicos de la guerra en Oriente Medio

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