Fecha: enero 2021
Santiago Carbó-Valverde, Pedro J. Cuadros-Solas y Francisco Rodríguez-Fernández
La reducción de los tipos de interés por debajo de cero puede justificarse desde un punto de vista teórico, si bien, en la práctica, se ha demostrado que genera una serie de distorsiones y disfunciones en diversos ámbitos de los mercados financieros y bancarios, que pueden, a su vez, afectar al conjunto de la economía. También se ha constatado que el mantenimiento prolongado de medidas de expansión cuantitativa tiene escasa eficacia a largo plazo, además de tener efectos negativos en términos de estabilidad financiera. Mantener unos tipos de interés negativos durante mucho tiempo (low for long) genera importantes desafíos para los bancos, puesto que la baja rentabilidad se convierte en un problema estructural del sector bancario europeo. Además, la pandemia de la COVID-19 y las respuestas de los bancos centrales han acrecentado las expectativas en los mercados de que los tipos de interés se mantendrán negativos incluso más tiempo del inicialmente esperado antes de la pandemia. No obstante, persiste la incertidumbre sobre la evolución de los tipos tras la pandemia y cuáles serán sus efectos en el negocio bancario. Afecta a cuestiones como la morosidad de los préstamos y los cambios en los márgenes de interés, entre otros. Las expectativas sobre la inflación –y las repercusiones en los precios de una combinación de políticas monetarias y fiscales expansivas– podrían constituir un factor de cambio en 2021.