La composición del mix energético tiene importantes consecuencias geopolíticas, según las fuentes de energía primaria, su disponibilidad geográfica, su naturaleza económica, las tecnologías empleadas para su aprovechamiento y los intercambios comerciales entre países. La geopolítica de las últimas décadas ha estado condicionada por el papel predominante de los combustibles fósiles (en particular, petróleo y gas natural), y también por la particular configuración de los mercados energéticos desde las crisis petroleras de los años setenta.