Economía española desde la lupa europea
Fecha: septiembre 2025
Cuadernos de Información Económica, N.º 308 (septiembre-octubre 2025)
Sumario
El malestar económico de Europa responde a debilidades estructurales más que a crisis coyunturales. La dependencia alemana de industrias tradicionales y el crecimiento español impulsado por la inmigración reflejan la incapacidad de la UE para generar productividad. El exceso de regulación, la fragmentación financiera y la falta de inversión la han dejado rezagada en alta tecnología: solo cuatro de las 50 mayores empresas globales son europeas. Con una apertura comercial del 22,4 % del PIB, casi el doble que EE. UU., el bloque es vulnerable a choques externos, como los aranceles de Trump, que desencadenaron compromisos europeos de 600.000 millones en EE. UU., 750.000 millones en energía y 40.000 millones en chips. Mientras, las exportaciones chinas a la UE crecieron un 8,3 % interanual en abril de 2025, frente a la dificultad de las empresas europeas para vender en China. Sin reformas, ni la política fiscal ni la monetaria bastarán: solo una unión fiscal y de capitales puede evitar un declive controlado.
Este artículo examina los efectos iniciales de la política arancelaria de Donald Trump sobre la Unión Europea (UE). Aunque los anuncios de tarifas recíprocas parecían presagiar un choque comercial, en la práctica el impacto ha sido limitado. Los aranceles efectivos aplicados a las exportaciones europeas se sitúan entre el 6 y el 8 %, bastante por debajo de los que soporta China, cercanas al 40 %. Esta diferencia explica que, mientras la cuota de mercado china en Estados Unidos se ha reducido a la mitad (del 14 % al 7 %), las exportaciones europeas se han mantenido estables en torno al 14 %. Durante el primer semestre de 2025, las ventas de la UE a Estados Unidos aumentaron en unos 40.000 millones de euros respecto al año anterior, lo que refleja que, pese a la retórica proteccionista, las empresas europeas han conservado un acceso relativamente ventajoso al mercado estadounidense. En conjunto, los datos muestran que la llamada “guerra arancelaria” ha sido más ruidosa que real, con efectos concentrados en China y un margen de maniobra amplio para la UE.
Este artículo muestra los riesgos de subestimar a Rusia y al eje de autocracias liderado junto a China. Aunque su PIB en dólares sea menor que el de Italia, en paridad de poder adquisitivo Rusia es la mayor economía de Europa y mantiene una capacidad militar comparable a la del conjunto europeo. Su estrategia geopolítica, centrada en el control regional y la concentración de recursos, le permite sostener una economía de guerra a gran escala, intensificar operaciones híbridas y desestabilizar a Occidente. A la vez, China desafía el modelo europeo combinando intervención estatal y dinamismo privado. Frente a este doble reto, Europa no puede confiar en un apoyo indefinido de EE. UU. y necesita una estrategia audaz: aumentar el gasto en defensa con adquisiciones conjuntas, invertir en tecnologías como drones y misiles, reforzar la cooperación militar y renovar su competitividad económica. La supervivencia democrática depende de movilizar recursos en seguridad y crecimiento.
La globalización ha experimentado importantes cambios en los últimos años, particularmente desde el inicio del segundo mandato del presidente Donald Trump. El comercio mundial y la inversión internacional obedecen cada vez más a una lógica de bloques, evidenciando el debilitamiento del multilateralismo. En este contexto, la economía española ha logrado mantener un sólido superávit exterior, si bien este resultado encubre dos realidades contrastadas. Por una parte, el saldo comercial con la UE ha mejorado, gracias a que las ganancias de competitividad frente a los socios comunitarios han compensado la atonía del mercado único. Por otra parte, la balanza con EE. UU. y China se ha deteriorado fuertemente, particularmente desde el inicio de la guerra comercial y como consecuencia de las carencias del modelo exportador español. Todo ello requiere revitalizar el mercado único, reforzar la capacidad negociadora de la UE, y generar condiciones favorables a la inversión en España.
Este artículo analiza por qué es improbable que las stablecoins respaldadas por el dólar se afiancen en la zona del euro, pese al impulso regulatorio y político de EE. UU. para promoverlas. Una posible adopción masiva en Europa genera preguntas sobre riesgos para la estabilidad financiera, la suficiencia del marco normativo y una posible interferencia con el objetivo del BCE de reforzar la autonomía de los sistemas de pagos. Tres factores mitigan estas preocupaciones: los riesgos de tipo de cambio y de emisor de las stablecoins, la regulación europea (MiCA) que ya desincentiva su expansión y sigue ajustándose a nuevos retos y el euro digital que emerge como competidor directo, al ofrecer una solución paneuropea y apoyar la innovación.
Durante la primera mitad del presente año, las autoridades supervisoras en Europa y Estados Unidos han efectuado sendos ejercicios de estrés para medir la capacidad de resistencia bancaria a episodios de crisis económica en un entorno marcado por la incertidumbre geopolítica y las tensiones comerciales. La gran paradoja de los ejercicios desarrollados este año radica en que los resultados son considerablemente mejores de lo que cabría pensar en semejante contexto de incertidumbre. Ello es debido, por un lado, a la buena situación de la banca tras tres años de excelentes resultados y prudente recapitalización y, por otro a una senda de escenarios cuantitativos que exhibe una gran resiliencia, pese a ese entorno de gran incertidumbre. No es de extrañar que, ante dicha paradoja, los supervisores incorporen en los ejercicios algunos elementos de ajuste complementarios a los escenarios cuantitativos y a la metodología de aplicación de estos. Con ello, van perfeccionando las pruebas y adecuándolas a entornos más impredecibles, pero al mismo tiempo someten a las entidades a una mucho mayor complejidad en la elaboración de sus proyecciones.
El objetivo de este artículo es analizar la evolución reciente del endeudamiento de las empresas españolas, primero desde una comparativa internacional, para luego focalizar el análisis en las diferencias que hay en España entre sectores, tamaño de empresas y regiones. Los resultados muestran el intenso desapalancamiento realizado hasta situar las ratios deuda/PIB y deuda/excedente bruto por debajo de las medias europeas, que también se refleja en la caída del peso de la deuda en el activo neto de las empresas. Ese peso aumenta conforme crece el tamaño de las empresas, de forma que la ratio de las grandes (39,3 %) es 17 pp superior al de las microempresas. El rango de variación entre sectores es importante, y alcanza un máximo del 48,7 % en el sector de las actividades administrativas y uno mínimo del 22 % en las industrias extractivas. Es de destacar la intensa caída del endeudamiento en el sector de la construcción e inmobiliario. Por regiones, hay diferencias considerables, de forma que el valor máximo (42,5 % en Asturias) multiplica por un factor de 2,6 el mínimo (16,2 % en Galicia).
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado con fondos NextGenerationEU(NextGen) se presentó como una oportunidad histórica para modernizar la economía española. A mediados de 2025, los resultados muestran claroscuros: España ha liderado en compromisos formales y recepción de transferencias europeas, pero la ejecución efectiva es limitada, con menos de un tercio de los créditos transformados en pagos reales. Además, cerca del 25 % de los recursos se ha orientado a gasto corriente, reduciendo su potencial estructural. Este artículo analiza de forma crítica estos desajustes entre expectativas, gestión administrativa y resultados tangibles.
El Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD) representa una de las conquistas más significativas del estado del bienestar en España al consagrar el derecho subjetivo a recibir cuidados de las personas en situación de dependencia. Sin embargo, este sistema enfrenta tensiones crecientes derivadas de dos transformaciones de gran calado: el envejecimiento demográfico y el viraje institucional hacia un modelo de cuidados desinstitucionalizado y centrado en la persona. Este artículo analiza los desafíos que estas dinámicas suponen en términos de dotación de capital humano, ofreciendo proyecciones sobre las necesidades futuras de personal en el sector y abordando los obstáculos que dificultan la atracción y retención de profesionales y que podrían comprometer la incorporación del volumen de trabajadores necesario para garantizar una atención centrada en la persona.