Fecha: diciembre 2021
Emilio Huerta Arribas, Vicente Salas Fumás
El sector de las sociedades no financieras ha sido el más afectado por la crisis en su actividad, y el que tiene la mayor brecha por cerrar en la recuperación. Por su importancia, concentra el 56 % del valor añadido bruto de la economía y casi dos tercios de la inversión en capital, incluido el residencial, de su evolución depende la actividad del conjunto de la economía y será determinante para volver a la senda de crecimiento interrumpida por la pandemia. En el extremo opuesto, el sector de las administraciones públicas ha acelerado su actividad durante la pandemia, aunque la inversión en capital no ha sido suficiente para compensar el consumo de capital, lo que significa que el capital público tangible podría estar reduciéndose. El sector de familias e instituciones sin ánimo de lucro, que incluye a autónomos y empresas no societarias, reduce su producción durante la pandemia, aunque menos que el sector de sociedades, y mantiene la inversión en capital, previsiblemente por la inversión en vivienda de las familias. Finalmente, el sector de sociedades financieras mantiene prácticamente plana la aportación al valor añadido bruto de la economía, y la inversión en capital tampoco alcanza para cubrir el consumo de este recurso. El texto ofrece una visión de conjunto de los efectos de la crisis causada por la pandemia de la COVID-19, a partir de la heterogeneidad observada en los comportamientos sectoriales.