Fecha: noviembre 2021
Santiago Carbó Valverde, Pedro J. Cuadros Solas, Francisco Rodríguez Fernández
El presente informe tiene por objeto analizar tres de los principales retos del sector bancario español en el entorno pospandemia: la mejora de la rentabilidad, la definición de la estructura operativa óptima y la transición hacia un modelo de negocio de plataformas. El informe muestra cómo el mantenimiento de unos tipos de interés “bajos demasiado tiempo” está haciendo que la exigua rentabilidad del sector se convierta en un problema estructural. Además, se evidencia una reducción significativa en la dimensión operativa del sistema bancario español durante las últimas décadas con el objetivo de conseguir un tamaño óptimo con el que competir en el nuevo contexto digital. La aceleración del proceso de digitalización de la sociedad española por la pandemia sugiere que el problema potencial de la exclusión financiera asociado al redimensionamiento del sector bancario será manejable y transitorio. En respuesta a la creciente demanda digital, los bancos españoles han intensificado sus inversiones en tecnología. Con todo, persiste una considerable brecha respecto a los niveles medios de inversión del sector bancario español en relación con sus rivales europeos y estadounidenses. De hecho, no todas las nuevas tecnologías bancarias –big data, inteligencia artificial, cadena de bloques, computación en la nube y reconocimiento biométrico– están implementándose a la misma velocidad en el sector español. De forma adicional, hay evidencias de un recrudecimiento del panorama competitivo con la irrupción en el sector bancario de las “big tech”, las FinTech, los neobancos, las plataformas de préstamos P2P, las operadoras de telecomunicaciones y los grandes grupos de distribución. Por último, aunque los bancos han dedicado arduos esfuerzos a recuperar su reputación tras la crisis financiera, esta área parece ofrecer a las entidades financieras una oportunidad reputacional en términos comparativos frente a las tecnológicas toda vez que, en el futuro cercano, los consumidores podrían valorar los protocolos de protección de datos personales y seguridad que los bancos les ofrecen en comparación con las compañías tecnológicas.