La progresiva secularización de la sociedad española: identidad y práctica católica en las últimas décadas
Fecha: noviembre 2025
Estudios Sociales, Funcas
Secularización, desafección religiosa, identidad católica
Panorama Social, N.º 42 (noviembre 2025)
Esta nota analiza la secularización en España a partir de la evolución de la identidad y la práctica católica en las últimas décadas. La proporción de población que se declara católica ha descendido de forma sostenida (del 90 % en los setenta al 55 % en 2025) y el reemplazo generacional explica buena parte de la caída, aunque también se observan pérdidas de religiosidad dentro de cada cohorte a lo largo del ciclo vital. La ausencia de adscripción religiosa es ya la segunda identidad más frecuente, mientras que el peso de otras confesiones sigue siendo reducido. En el contexto europeo, España se sitúa en una posición intermedia en términos de desafección religiosa. Se presentan también evidencias de la progresiva reducción de la práctica religiosa y de otros indicadores ligados a la socialización católica, como los matrimonios canónicos y la escolarización en la asignatura de religión en religión católica. El proceso de secularización continúa abierto, aunque no apunte necesariamente a un único punto de equilibrio.
En esta nota de actualidad social se repasa brevemente la evolución de la religiosidad de los españoles en las últimas décadas, tanto en su vertiente de identificación con la religión católica como en la de la práctica religiosa, y se analiza si esa evolución es debida a distintos grados de religiosidad entre generaciones o si los cambios se producen en cada generación a lo largo del tiempo. Además, situamos los datos españoles en el contexto europeo, con el objetivo de dimensionar mejor el fenómeno de la secularización en España, pero también para vislumbrar si hay un único equilibrio en lo tocante al peso de las adscripciones religiosas, o la falta de estas, o si, más bien, como parece, todavía son relevantes las diferencias nacionales1.
La medición de la religiosidad se basa, en gran medida, en indicadores procedentes de encuestas, una técnica que, como todas, tiene sus limitaciones. Conviene tenerlas especialmente presentes en este ámbito, en el que intervienen símbolos, creencias, tradiciones, prácticas culturales e identidades complejas y variables tanto en distintos contextos como a lo largo del tiempo. Por eso, es recomendable un enfoque múltiple que combine distintos tipos de indicadores. Si bien la identificación con una determinada confesión en una encuesta es un indicador relevante, ha de complementarse con otros indicadores de comportamiento (como la asistencia a oficios religiosos, las formas de celebrar el matrimonio o la opción por una dimensión religiosa en la enseñanza). Estos comportamientos son más objetivos y observables.
En abril de 2025 solo el 55 % de los españoles mayores de edad se identificaba como católico.
Además, el análisis de la religiosidad plantea retos añadidos cuando se adopta una perspectiva diacrónica o una de comparación internacional. En el primer caso, porque algunos fenómenos sociales, como la secularización, evolucionan lentamente y, por lo tanto, requieren la consideración de largas series de datos. Sin embargo, no siempre es posible contar con fuentes de tanto recorrido y/o que mantengan la misma metodología a lo largo del tiempo. Esto puede significar que haya discontinuidades y rupturas en las series, pero no es obstáculo para construir una interpretación razonable, siempre que seamos conscientes de esas limitaciones y transparentes al respecto.
Conviene, por último, ser prudentes en las comparaciones internacionales: la forma de vivir la religión varía según el contexto, de modo que la identificación con una misma confesión, e incluso la práctica religiosa ligada a esta, pueden tener sentidos algo distintos según otros rasgos de la cultura o la historia de cada país, incluyendo el del componente religioso de las identidades nacionales.
1. La progresiva caída de la identificación como católicos en España
El inicio del nuevo pontificado en abril de 2025 despertó un notable interés mediático y social en España, un país que durante siglos fue considerado uno de los principales bastiones del catolicismo y motor de su difusión internacional. Ese antiguo protagonismo contrasta hoy con la evidencia de la secularización de la sociedad española: ese mismo mes de abril, solo el 55 % de los españoles mayores de edad se identificaba como católico, una cifra que dista considerablemente del 90 % registrado en la segunda mitad de los años setenta (gráfico 1)2.

A pesar de diversas rupturas metodológicas en la serie recogida en el gráfico 1, es posible reconstruir la evolución de la identificación católica desde la segunda mitad de los setenta. Tras una etapa inicial de estabilidad en niveles cercanos al 90 %, a finales de los ochenta y hasta mediados de los noventa se observa una caída, que sitúa la identificación católica en el entorno del 80 %. A partir de ahí, se registra una nueva fase de estabilización hasta aproximadamente 2004, seguida por una nueva caída que se para en 2023 (hasta cerca del 54 %; téngase en cuenta la ruptura de la serie), y que se ve apenas interrumpida en 2019. En el último bienio, los datos apuntan a una nueva estabilización en niveles próximos al 55 %.
Edades y cohortes
Este proceso de secularización no ha afectado por igual a todos los grupos de edad. El análisis de los cambios registrados desde comienzos de siglo en el total de la población residente en España, a partir de los datos de la Encuesta social europea, evidencia que, si bien la disminución en la proporción de católicos es sustantiva en todos los grupos etarios, es especialmente profunda en los más jóvenes (gráfico 2). En 2002, el 60 % de la población de 18 a 29 años se identificaba como católico, mientras que en 2024 solo lo hacía el 32 %, lo que supone una caída cercana al 50 %. En cambio, entre quienes tienen 70 años o más, la identificación como católicos pasó del 89 % al 77 % en el mismo periodo, con una reducción de 12 puntos porcentuales equivalente a un 14 % de la cifra inicial.

Aunque cabe atribuir en gran medida el avance de la secularización al reemplazo generacional, no es este el único factor que explica la caída de la identificación católica de la población. De hecho, los datos apuntan a que, junto con la incorporación de generaciones menos religiosas, también se ha dado una pérdida de religiosidad a lo largo del ciclo vital. Por ejemplo, el 83 % de los nacidos entre 1943 y 1952 se identificaban como católicos en 2002, cuando tenían entre 50 y 59 años, pero en 2024, ya con edades entre los 70 y los 79 años, esa cifra había caído al 73 % (gráfico 3). Esta evolución es aún más marcada en las generaciones más jóvenes: entre 2002 y 2024, la proporción de católicos entre quienes nacieron de 1973 a 1984 pasó del 60 % al 42 %.

El espacio del catolicismo apenas ha sido ocupado por otras religiones, como podría esperarse, en parte, de la incorporación de población de origen extranjero a la sociedad española, sino, sobre todo, por quienes se declaran indiferentes, agnósticos o ateos, es decir, quienes no tienen una adscripción religiosa. Aunque han ganado cierto protagonismo otras confesiones, tanto cristianas como no cristianas, su peso sigue siendo reducido. En 2002, solo el 0,5 % de la población adulta se identificaba con confesiones cristianas distintas del catolicismo, porcentaje que asciende al 3 % en 2024 (gráfico 4). Las religiones no cristianas —principalmente el islam— también han crecido en la población residente en España, pasando del 1 % al 3 % en ese mismo periodo. Sin embargo, el cambio más relevante cuantitativamente es el del incremento de quienes no se identifican con ninguna religión: del 22 % en 2002 al 42 % en 2024, lo que representa una transformación sustancial en el panorama religioso del país.

El marco europeo
La progresiva secularización de las sociedades contemporáneas, sobre todo las más desarrolladas, es un fenómeno bastante extendido, sin que ello suponga una ley histórica o sociológica inevitable. Más bien, cabe entenderla como la consecuencia de cómo se han ido resolviendo las controversias culturales y políticas a lo largo de los dos últimos siglos (Smith, 2003), lo cual ha dado lugar a una pérdida de la posición social preminente de la que disfrutaban las iglesias (Pérez-Díaz, 1993: 145 y ss.). En este sentido, y si se tiene en cuenta, por ejemplo, el contexto europeo, no sorprende el descenso en la identificación como católicos en la población española, y menos aún que haya venido acompañado de un gran incremento de quienes no se identifican con ninguna religión.
La falta de adscripción religiosa, de hecho, es algo bastante común en Europa, aunque su preponderancia no es un rasgo universal en el continente. En 2024 esa era la identificación mayoritaria en once de los veintiocho países europeos con datos recientes en la Encuesta social europea (ESE), entre los que destacan varios de la antigua Europa del este (Chequia, 83 %; Estonia, 74 %; Letonia, 61 %), pero también de la Europa central (Países Bajos, 72 %; Bélgica, 60 %) y del norte (Suecia, 68 %; Noruega, 62 %). En el otro extremo, la ausencia de adscripción religiosa era minoritaria en varios países de Europa del sur (Grecia, 7 %; Chipre, 10 %; Italia, 23 %), pero también en varios países de la antigua Europa del este (Bulgaria, 17 %; Polonia, 18 %; Croacia, 23 %).España se sitúa en una posición intermedia, con un 42 %, coincidiendo con la media de los países que integran la encuesta. En conjunto, la identificación con confesiones cristianas (catolicismo, protestantismo, Iglesia ortodoxa) sigue siendo mayoritaria en quince países, con cifras que van desde el 55 % de España al 93 % de Grecia.

2. Las prácticas religiosas
La caída sostenida en la identificación religiosa plantea interrogantes sobre el papel que desempeñará la religión en la sociedad en las próximas décadas. La práctica religiosa es especialmente relevante en este sentido porque no solo refleja la identificación individual con una religión, sino que también condiciona su visibilidad y su influencia en la vida social.
La asistencia a oficios
Según los datos de la ESE, la práctica religiosa en España también se sitúa en niveles históricamente bajos. En 2024 solo un 17 % de los residentes adultos se identificaba como católico y asistía a oficios religiosos con una frecuencia al menos mensual, cifra que en 2002 todavía alcanzaba al 28 % (gráfico 6). Eso significa que ese nivel de práctica se daba en 2024 en un tercio de los católicos, una proporción que, curiosamente, apenas ha cambiado en los tres últimos lustros.

A la vista de los patrones de identificación religiosa por edad (gráfico 2), no extraña que la asistencia a oficios religiosos aumente con la edad. En 2024, solo el 8 % de los residentes de 18 a 29 años se identificaba como católico y asistía a oficios con regularidad (al menos una vez al mes), frente al 33 % en el grupo de 70 años o más (gráfico 7). Sin embargo, esto no significa que la práctica religiosa crezca linealmente con la edad: de hecho, el nivel de práctica religiosa se mantiene relativamente estable hasta los cincuenta años, y solo a partir de esa edad se observa un aumento claro.

Los matrimonios católicos
La pérdida de influencia de la religión en la vida cotidiana se comprueba, asimismo, con dos indicadores que reflejan el menguante papel de la socialización en el catolicismo de las generaciones venideras: los matrimonios canónicos y la enseñanza de la religión en las escuelas.
En lo que respecta al primero, no solo, como es sabido, se forman hoy menos parejas que en el pasado, sino que son cada vez menos las que optan por formalizar su unión mediante el matrimonio. Además, y de modo más relevante para el argumento aquí expuesto, los matrimonios católicos han acabado por convertirse en una clarísima minoría. En 2023, solo el 18 % de los matrimonios entre personas de distinto sexo se celebró por el rito católico (gráfico 8). Recuérdese que en 1976 casi todos los matrimonios eran religiosos y que, incluso en el año 2000, todavía representaban el 76 % del total. Esta tendencia refleja, sobre todo, la secularización general de la sociedad española, bastante más que el mayor peso de los segundos matrimonios tras un divorcio o el de la población de origen extranjero. En 2023, incluso si los cónyuges (de distinto sexo) habían nacido en España y ambos eran solteros, solo el 27 % de los matrimonios fue católico, una cifra que todavía rondaba el 85 % en el año 20003.

La enseñanza de la religión en la escuela
Otro indicador aproximado de socialización en la religión católica es el de la proporción de niños matriculados en la asignatura de religión católica en la escuela. En el último curso con datos disponibles, 2022-2023, el 56 % del alumnado de Primaria lo estaba, lo que supone un notable descenso desde el 85 % del primer curso con datos comparables, 1998-1999 (gráfico 9). La caída es especialmente pronunciada en los centros públicos, en los que la matrícula bajó del 81 al 44 %. En los privados, aunque también desciende, la enseñanza de la religión católica sigue siendo mayoritaria: pasó del 91 al 82 %. Estas diferencias reflejan, en parte, un nivel de religiosidad algo mayor de las familias de la escuela privada o concertada4, y, en parte, tienen que ver con la orientación confesional de la mayoría de estos centros en España y con que algunas familias prioricen otros aspectos, como el proyecto educativo o el entorno social del centro, por encima de la correspondencia de la enseñanza religiosa con la identificación y la práctica cotidiana de la familia.

El comportamiento de estos dos indicadores (el desplome de los matrimonios católicos; la caída paulatina de la matrícula en la asignatura de religión católica) reflejan decisiones de adultos relativamente jóvenes que implican que el proceso de secularización todavía tiene recorrido. A la vista de la evolución de la religiosidad de las cohortes que les antecedieron no es fácilmente imaginable una recuperación sustancial de la religiosidad de esos recién casados o esos padres de alumnos a lo largo de su vida. Sin embargo, la persistencia de minorías de cierto tamaño de católicos practicantes en España, así como, especialmente, la gran diversidad nacional todavía observable en la proporción de no creyentes a escala europea nos plantea un recordatorio doble. Primero, no es obvio que haya un único punto de llegada o un único equilibrio (temporal) respecto del lugar social (y privado) de la religión. Justamente por eso, segundo, el futuro no es tan previsible, aunque los indicadores parezcan apuntar todos en la misma dirección.
Al centrarnos en las diferencias de género, revelamos que las mujeres exhiben una respuesta particularmente fuerte a los choques de calor extremo en sus decisiones de migración interna.
Bibliografía
Estudios Sociales de Funcas. (2025). Poco más de la mitad de los españoles se reconoce como católico. Nota de Coyuntura Social, junio 2025.
Pérez-Díaz, V. (1993). La primacía de la sociedad civil. Alianza.
Smith, C. (2003). Rethinking the secularization of American public life. En C. Smith (Ed.), The secular revolution: power, interest, and conflict in the secularization of American public life (1-96). University of California Press. 
NOTAS
1 Este artículo es una versión revisada de la Nota de Coyuntura Social de junio de 2025 (Estudios Sociales de Funcas, 2025).
2 Ténganse en cuenta para la comparación, en todo caso, que ha habido diversos cambios metodológicos en la medición de esta variable a lo largo de ese periodo.
3 Elaboración propia con los ficheros de microdatos del Movimiento natural de la población: matrimonios de 2000 y 2023, del INE. El correspondiente al año 2000 solo permite diferenciar la nacionalidad, por lo que la cifra citada se refiere a matrimonios de españoles solteros.
4 Con datos del estudio 3.487 del CIS, en 2024, de los entrevistados españoles de 35 a 54 años con hijos escolarizados, si todos los hijos van a un centro público, el porcentaje de entrevistados católicos es del 50 % y si todos van a uno privado o concertado, del 56 %. Sin embargo, el porcentaje de católicos que asisten a oficios religiosos con una frecuencia igual o superior a dos o tres veces al mes alcanza el 9 % en el primer caso, pero asciende al 15 % en el segundo, lo que sugeriría niveles de práctica religiosa algo mayores en las familias de la enseñanza privada o concertada. Elaboración propia con el fichero de microdatos del estudio 3.487 del CIS.
