ODF - Funcas 56 / 2020
Fecha: 14 de Julio de 2020
En tan solo unas semanas, Wirecard ha pasado de ser una de las FinTech más reconocidas, con un valor bursátil cercano a los 20.000 millones de euros en abril, a declararse en quiebra. La noticia viene acompañada de acusaciones de fraude contable. Las informaciones apuntan a que la compañía habría inflado en 1.900 millones de euros sus cuentas de 2019.
Wirecard, cuyo negocio está centrado en el procesamiento de pagos online, experimentó un rápido crecimiento a raíz de la adquisición de la compañía Electronic Business Systems. Ese crecimiento le llevó en el año 2005 a cotizar en la bolsa de Frankfurt. Desde su salida al parqué, inició un proceso de expansión internacional, llegando a tener presencia en 69 países (en Europa, Asia, América y Oriente Medio). Esta internacionalización la convirtió en una de las FinTech más importantes de Europa, alcanzando su valoración máxima de 24.000 millones de euros en agosto de 2018. A pesar de su potencial, la aparición de sospechas de fraude sobre la manipulación contable hicieron que el pasado 25 de junio la compañía, con sede en Múnich, se tuviera que declarar en quiebra, con una deuda total acumulada de 3.900 millones de euros.
Los indicios de fraude no eran del todo nuevos. De hecho, en 2015, el diario Financial Times sugirió que podría existir un agujero de 250 millones de euros en el balance de la compañía1. Posteriormente, a comienzos de 2019 el mismo medio publicaba que existían evidencias de falsificación de contratos, lo que generaba dudas acerca de la integridad contable de la compañía2. Ya en octubre de 2019, se publicaba que las ganancias reportadas por las filiales de Dubai y Dublín se inflaron de manera fraudulenta.
Todas estas alegaciones fueron negadas por la compañía que siempre defendió haber actuado siguiendo buenas prácticas contables.
A escala europea, antes del caso Wirecard, un grupo de expertos de la Comisión Europea3 ya había apuntado carencias en la supervisión del sector FinTech. Además, abogaban por eliminar la fragmentación regulatoria en toda la UE, para así facilitar la labor supervisora, pues muchas de estas FinTech empiezan a operar en varias jurisdicciones con diferente presión regulatoria.
El escándalo se ha destapado después de que se conociera que los documentos que certificaban la existencia de unos saldos a favor de la compañía en dos bancos filipinos (Bank of the Philippine Islands y el BDO Unibank) eran falsos. Según la auditora Ernst & Young, Wirecard cometió un “fraude elaborado”, en el que participaron múltiples actores en todo el mundo3. Varios directivos de la empresa habrían conspirado para inflar sus ventas. De hecho, un informe posterior de la consultora KPMG ha corroborado que estas malas prácticas se venían produciendo desde hace años. Por el momento, el CEO de Wirecard, Markus Braun, y otros directivos de la compañía, han sido puestos a disposición judicial para aclarar este escándalo.
Simultáneamente, las acciones de la empresa se encuentran inmersas en una elevada volatilidad. Después de una brusca caída, a raíz de las noticias de quiebra, en la última semana han vuelto a subir ante los rumores de que el Deutsche Bank pueda dar soporte financiero a la FinTech alemana para que sea reflotada con un nuevo equipo directivo4.
1 The House of Wirecard. Financial Times. 27 abril de 2015. https://ftalphaville.ft.com/2015/04/27/2127427/the-house-of-wirecard/
2 Executive at Wirecard suspected of ing forged contracts. Financial Times. 30 de enero 2019. https://www.ft.com/content/03a5e318-2479-11e9-8ce6-db4543da632
3 Wirecard auditors face legal action after collapse of scandal-hit payments firm. CNBC. 26 junio 2020. https://www.cnbc.com/2020/06/26/wirecard-investor-group-files-criminal-complaintagainst- ey-auditors.html
4 Deutsche Bank May Offer Wirecard a Lifeline. New York Times. 4 de julio de 2020. https://www.nytimes.com/2020/07/02/business/wirecard-deutsche-bank.html