La visión de las energías renovables desde un municipio: Asparrena

La visión de las energías renovables desde un municipio: Asparrena

Fecha: febrero 2023

Renovables, Territorio, Municipios

Txelo Auzmendi Jiménez*

Papeles de Energía, N.º 20 (febrero 2023)

El municipio de Asparrena tiene una larga experiencia en la gestión de energías renovables en su territorio, estable frente a cambios políticos. En este artículo su alcaldesa describe la perspectiva del municipio frente a esta cuestión, partiendo de la base de que la clave es que las comunidades rurales, que son las que poseen el territorio, compartan los beneficios, y no solo los efectos adversos, del despliegue renovable. Para ello es necesario un cambio de esquema, que pasa necesariamente por un cambio en el modelo de implantación, que ha de tener en cuenta la participación y la adecuada compensación.

1. HISTORIA Y CONTEXTO

Asparrena es un municipio conformado por diez pequeños pueblos (concejos) en la zona más oriental del Territorio Histórico de Araba, colindante con Nafarroa y Gipuzkoa. Cuenta con una población de 1.700 habitantes, de los cuales 1.250 aproximadamente viven en Araia, núcleo central del municipio y donde se encuentran la mayoría de los servicios para una población rural de estas características. Hay que señalar la peculiaridad de que los concejos alaveses tienen su propia administración y competencias.

Los nueve concejos o pueblos más pequeños son de naturaleza rural e históricamente han vivido de la agricultura y ganadería. Araia, sin embargo, ha sido y es un pueblo industrial. En Araia se construyó, a finales del siglo XIX, una pequeña central hidroeléctrica para dar energía a la industria siderometalúrgica, que con el declive del sector cayó en desuso en la década de los 70 del pasado siglo.

Tras mucho empeño y no poco trabajo se consiguió recuperar para el pueblo esta pequeña central que, hoy en día, es una empresa pública con participación mayoritaria del Ayuntamiento. Fue clave la decisión en el seno de su consejo de administración de potenciar las energías renovables y limpias con los beneficios que se obtenían de la venta de su producción eléctrica.

En la recuperación de la central hidroeléctrica para uso y beneficio del pueblo hubo una total unanimidad de los grupos políticos que conformaban el Ayuntamiento en la década de los 90, que es cuando se puso en marcha tanto el estudio de viabilidad, realizado por el EVE (Ente Vasco de Energía) del Gobierno Vasco, como toda la tramitación administrativa para llevar a cabo dicha recuperación y reversión de la concesión del caudal concedido para la generación de electricidad. Esta vez no para la actividad industrial para la que se creó, sino para la generación y posterior venta de la energía. En aquel momento, el gobierno municipal recaía en el Partido Nacionalista Vasco EAJ- PNV. En el año 2002 se pone en marcha la central. Gobernaba el grupo político Eusko Alkartasuna, que en un futuro se integraría en la coalición Euskal Herria Bildu. Del 2007 al 2011 gobernó Aralar, grupo que posteriormente también se integró en la coalición EH Bildu. Es en esa época cuando se apuesta por la geotermia para el nuevo polideportivo municipal.

En la legislatura de 2011 a 2015, con el gobierno municipal en la coalición Asparrena-Bildu, y con mayoría de representación también en el consejo de administración de la central hidroeléctrica, es cuando se decide modificar los estatutos e incluir como objeto social la potenciación y/o generación de energías renovables y limpias. En este periodo también se pone en marcha una caldera de biomasa en un sistema de district heating para calefactar tres edificios municipales.

A partir del 2015 y hasta la actualidad, el gobierno municipal corresponde a EH Bildu. Es en este periodo cuando se lleva a cabo el cambio de luminarias a Led, la instalación de dos plantas fotovoltaicas, y la envolvente térmica del edificio escolar. También, durante este periodo, se decide acometer inversiones anuales en materia de sostenibilidad, y se reflexiona sobre la responsabilidad de la acción local en el cambio climático.

2.    DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES (EERR) E IMPACTO EN EL TERRITORIO

Siendo conscientes de que vivimos en un contexto energético mundial muy vulnerable estructuralmente y con una gran dependencia exterior, a nuestra escala local, por muy pequeña que sea, tenemos el deber y el compromiso de actuar y de hacer bien los deberes en aspectos de sostenibilidad, energéticos y de cambio climático.

Tal vez el vivir en un enclave natural en el que históricamente hemos vivido en connivencia con los recursos naturales nos ha llevado a la obligada reflexión de qué hacemos y cómo hacemos para afrontar estos retos y, a la vez, ser respetuosos con nuestra Madre Tierra.

Históricamente hemos hecho uso de sus recursos: la madera para calentar nuestros hogares, para la elaboración de carbón vegetal; la fuerza motriz del agua como fuente de energía, como recurso para nuestras empresas; la extracción de mineral para la actividad industrial, etc…. Y, al mismo tiempo, hemos sabido cuidarlo con esa intuición heredada de saber que somos parte de lo mismo.

Las reflexiones que a nivel municipal hemos hecho nos han llevado a las siguientes conclusiones a la hora de marcar nuestra política municipal en esta materia.

En el ámbito del ahorro, el objetivo es consumir menos y de forma más eficiente. En los presupuestos municipales anualmente hemos ido destinando partidas a acciones en este sentido. A modo de ejemplo, el cambio de luminarias de todo el alumbrado público entre los años 2016-2017, o la envolvente térmica del edificio escolar en 2021-2022.

En cuanto a la generación, pretendemos generar el máximo posible, con la misma idea de Km 0. Así pues, además de la central hidroeléctrica que tenemos en marcha desde el año 2002, pusimos en funcionamiento una caldera de biomasa que alimentamos con astilla de la madera extraída de la masa forestal, y que mediante un sistema de district heating da calor a tres edificios municipales de mucho uso: la escuela, el centro de salud y la Kulturetxea. Se instaló también geotermia en el polideportivo municipal, y recientemente hemos instalado dos plantas fotovoltaicas para los servicios municipales donde se ha detectado mayor consumo, creando una microrred para varios edificios que están cercanos en la zona deportivo-cultural.

Además, hay que trabajar en la concienciación hacia nuestro vecindario mediante campañas informativas, por ejemplo sobre la interpretación de la factura eléctrica o de gas, así como con sesiones gratuitas informativas para asesoramiento de contratación en esta materia, o sobre la creación de comunidades energéticas.

En el propio Ayuntamiento estamos trabajando en el proceso administrativo de autorización de autoconsumo de la generación de la pequeña central hidroeléctrica de la que disponemos y para la que, hasta hace poco tiempo, no había más posibilidad que verter a la red y entrar en el mercado.

Es decir, entendemos que, en un ejercicio de responsabilidad, las entidades locales debemos hacer un análisis y cuantificar nuestros consumos, para después y siendo conscientes de ello, aplicar las medidas necesarias de concienciación, máximo ahorro y máxima generación.

Sin embargo, y a pesar de todo ello, los datos municipales hablan por sí solos: el consumo eléctrico del municipio es de 11,5 GWh/año, de los cuales 9 corresponden a la industria y 2,5 al resto. Sin embargo, sumando toda nuestra generación, no llegamos a los 4 GWh/año.

Esto nos lleva a concluir que, por una parte, si el 80 % del consumo aproximado corresponde a las empresas, estas tienen que ir dando pasos y poniendo medios eficaces en el avance hacia el autoconsumo y el ahorro; y, por otra, a que siendo como es muy importante la escala local, es insuficiente, por lo que el abordaje ha de darse a otras escalas.

Es ahí donde entramos en la necesidad del desarrollo de las energías renovables, en adelante EERR, a una escala de producción mayor, que supone la implicación tanto de capital como de otras instituciones superiores y otros agentes, entre ellos, las propias empresas, que como hemos visto en nuestro ámbito local suponen un 80 % de nuestro consumo total. Y es ahí también donde entramos en conflicto por su impacto en el territorio.

Somos las entidades locales sobre todo quienes disponemos de territorio, es decir, del cuerpo. ¿Cómo hacer para que las comunidades, especialmente las rurales, las que disponemos del territorio, seamos copartícipes de los beneficios de instalar estaciones de generación de EERR de tamaños medianos o grandes, y no solo de sus efectos adversos?

Hasta ahora, las entidades locales hemos tenido conocimiento de planes que se estaban haciendo sobre nuestro territorio cuando ya estaban muy avanzados y sin ningún tipo de participación. Esto, tanto por las propias administraciones locales como por la ciudadanía que nos sentimos parte del entorno en que habitamos, ni se entiende ni se comparte. No puede ser que se ponga el cuerpo territorial para que grandes empresas o inversores hagan negocios redondos, mientras suben nuestras facturas. Hay que abrirlo a otras formas de hacer.

En nuestra opinión, y dado que estamos hablando de transición energética, todo periodo de transición requiere de fórmulas nuevas. No valen los viejos esquemas. No vale el esquema al que estamos habituados. Y este cambio de esquema pasa necesariamente por un cambio en el modelo de implantación, que ha de tener en cuenta la participación y la adecuada compensación.

Para empezar, y para no tener la sensación de que funcionamos a salto de mata, de que no estamos ante proyectos de grandes empresas que van buscando grandes beneficios, sería más efectivo que la población sintiéramos que formamos parte de una hoja de ruta de país, clara y consensuada. Una estrategia transversal que contemple la descarbonización, desgasificación y desfosilización, detallada por sectores (movilidad y transporte, industria, sectores productivos, comercio…), que contemple también el ahorro y no el derroche al que estamos acostumbrados por venir de vivir unos años de “abundancia”, en los que no hemos reparado en consumos inadecuados porque los podíamos pagar, y que, previo al planteamiento de un gran parque de generación en un territorio determinado, contemple también una planificación y un equilibrio. Equilibrio que ha de darse entre lo que se aporta, lo que se sacrifica y lo que se recibe.

Además de esta planificación, la actitud ante el despliegue de las EERR cambiaría si los agentes locales, las administraciones locales, la ciudadanía, comunidades energéticas, cooperativas…. formasen desde un principio parte del proyecto. La energía que sale de los molinos, las placas, del soporte que sea, tiene que beneficiar a las comunidades, vía participación en el proyecto, vía reducción de los precios, vía compensaciones socioambientales, o todas ellas combinadas.

Hay que discutir sobre dónde, sobre cuánto, y sobre cómo (con qué modelo) vamos a desplegar las EERR de mayor escala. Y, por supuesto, hay que abrir un debate político, para sentar las bases mínimas y llegar a consensos. Debemos de dar pasos urgentes y buscar consensos en materia de transición energética.

Es cierto que se necesita de inversores que son quienes disponen del capital, pero hay que buscar el equilibrio ya que el territorio y la energía son bienes comunes, (montes, ríos, viento, sol, árboles), que deben dar servicio a la comunidad. En resumen, hay que democratizar la energía.

Estamos en un escenario mundial muy preocupante que requiere de fórmulas nuevas. No nos pueden manejar los de siempre, al estilo de siempre.

NOTAS

* Alcaldesa de Asparrena.

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