¿La mejor inversión para los jóvenes? Educación financiera

Hoy se celebra el Día de la Educación Financiera. El Banco Mundial calcula que dos de cada tres personas en todo el mundo tienen notables carencias en cultura financiera (financially illiterate).[1] En todo caso, hace tiempo que dejó de pensarse en este concepto como una herramienta para la inclusión financiera y social de colectivos desfavorecidos. Se ha asumido de forma generalizada que lograr unas competencias adecuadas en este campo resulta esencial para cualquier ciudadano con independencia de su nivel de ingresos, localización o bagaje cultural. Entre otras cuestiones, porque favorece un comportamiento equilibrado en términos de riesgo y planificación de ahorro e inversiones y, de este modo, evita o reduce el impacto que los vaivenes del ciclo económico y las crisis financieras tienen sobre las finanzas de hogares y empresas de todo tamaño. De forma resumida: la educación fomenta la resiliencia financiera.[2]

En España, una de las principales referencias es el portal Finanzas para Todos como parte del Plan de Educación Financiera (véase la nota 1 de la serie ODF de Educación Financiera[3]) Desde hace semanas, viene anunciándose en las webs de organismos supervisores y otras entidades de crédito participantes un conjunto de actividades de promoción de este día (concursos, conferencias, lecturas…) con dos objetivos principales: concienciar y promover una formación que eleve los niveles medios de educación financiera.  

Desde ODF-Funcas consideramos que los jóvenes son un colectivo especialmente sensible en materia de educación financiera. No sólo porque son la generación que marcará el devenir económico futuro sino también porque cuentan con una elevada exposición a múltiples canales de información y de inversión, entre otros en productos con cierta complejidad y riesgo (ej. criptoactivos). En este sentido, la mayor parte de las pruebas sobre competencias financieras aborda cuestiones básicas sobre inversión como el funcionamiento de los tipos de interés o el valor de la diversificación.

Sin embargo, parece cada vez más importante incorporar conceptos que frenen otras prácticas relacionadas que pueden acarrear riesgo e importantes pérdidas por el desconocimiento de la variedad y posibilidad de inversiones en el mundo digital y como filtrarlas con referencias adecuadas como las que aportan los supervisores financieros en sus portales web (registros de entidades, avisos sobre inversiones complejas, etc.).[4]

La pandemia también ha revelado que existen problemas relacionados con la formación financiera especialmente graves en lo que respecta a planificación temporal de ahorro y gasto. Muchos colectivos que han recibido ayudas o subvenciones (en especial, los jóvenes y la población inmigrante residente) durante la pandemia las han gastado de forma casi inmediata, sin realizar presupuesto alguno.[5]

Por otro lado, la financiera es una formación que puede favorecer mejorar competencias educativas más generales entre los jóvenes, especialmente en países como España o Reino Unido en los que se ha identificado la necesidad de mejorar las habilidades matemáticas en la educación primara y secundaria. Diferentes estudios apuntan que a los estudiantes con menos disposición o gusto por las matemáticas, las aplicaciones referidas al uso del dinero y a las inversiones les resultan especialmente atractivos.

En definitiva, las llamadas de supervisores como el Banco de España o la CNMV para mejorar el currículo de educación económica y financiera en los colegios, aunque han sido parcialmente atendidas, parece que tienen un campo para un mayor desarrollo y profundidad. La mejor inversión a determinadas edades es estar bien formado para las decisiones futuras.