El reto de los pagos transfronterizos

Los pagos transfronterizos son claves para el desarrollo del comercio internacional. Sin embargo, aún llevan aparejados, en muchas ocasiones, unos elevados costes. Uno de los principales retos que existen actualmente es el de conseguir transacciones transfronterizas más económicas, rápidas, transparentes e inclusivas.

Diversas autoridades a escala internacional llevan tiempo trabajando en proyectos para evaluar y abordar mejoras en estos sistemas de pagos. Unos pagos transfronterizos más eficientes tendrían beneficios generalizados para los ciudadanos y las economías de todo el mundo, apoyando el crecimiento, el comercio, el desarrollo global y la inclusión financiera. Es por ello, que el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) y el Banco de Pagos Internacionales de Basilea (BIS, por sus siglas en inglés) consideran dicho objetivo como prioritario. Ambas instituciones han establecido una hoja de ruta que fija unos objetivos e hitos ambiciosos[1].

Como punto de partida, se pretende lograr mejoras prácticas a corto plazo, al tiempo que se reconoce que será necesario llevar a cabo otras iniciativas durante períodos de tiempo más largos. Como señala su hoja de ruta, para avanzar en el desarrollo de los pagos transfronterizos será clave la participación del sector privado.

Los conocimientos y la experiencia práctica que tienen las entidades financieras serán necesarios para respaldar la implementación de los diversos proyectos que se acometan.

A escala privada también empiezan a surgir iniciativas. Recientemente, algunas de las principales sociedades de liquidación de pagos (EBA Clearing, Swift y The Clearing House) han anunciado que ejecutarán un programa piloto de pagos inmediatos entre Europa y EE.UU. Contará con la participación de 24 bancos europeos y americanos. El proyecto, denominado IXB, promete hacer los pagos más rápidos entre ambos lados del Atlántico[2].

Inicialmente, el servicio admitirá pagos instantáneos en dólares estadounidenses y en euros, aunque se prevé que pueda expandirse a otras monedas y a otros sistemas de pago. El objetivo es que en 2023 el servicio esté totalmente operativo para empresas y entidades financieras.

Como ha recordado el G20, en una sociedad más global y digitalizada es fundamental que las empresas y los ciudadanos puedan realizar pagos internacionales con un bajo coste económico y de tiempo. Se corre el riesgo de que, ante una creciente demanda, la falta de sistemas de pago transfronterizos sea capitalizada por el uso de activos digitales, al menos aquellos que, potencialmente, son capaces de mantener un valor estable.